Con un alto grado de premeditación y alevosía y no sin cierto cargo de conciencia, tras una semana de mi bebé y yo, decidí tomarme la tarde libre (libre de carga infantil, por aclarar términos). Con la excusa de preparme para la cena tenía después, pasé las horas previas dedicada a todos lo placeres de los que, desde hace meses, me había visto privada. Y entendedme bien, adoro a la gordita, pero unas horas de relajación y autoembellecimiento cargan las pilas para otra buena temporada....
Empecé con un siestita, lo suficientemente larga como para descansar de los madrugones semanales pero sin abusar, que cuando la cosa se alarga, todos sabemos que el despertar suele ser demasiado gradual (de hecho, hay veces en los que vives en un estado de ensoñación hasta bien entrada la noche) y que una siesta de más de hora y media puede provocar un dolor de cabeza similar al efecto de dos copas de vino y tres gintonics....(o al menos, ese es mi caso).
Tras despertar, decidí darme un baño. En mi época pre-bebé era algo que adoraba hacer los domingos a media tarde con todo su ceremonial: velas, música suave y algo con un olorcito bien rico que echar a la bañera, que si encima me dejaba la piel cual estrella de cine, hacía que pasara de ser un mero vicio a ser un acto de cuidado personal. Durante el embarazo, por aquello de evitar abortos, no me dejaban bañarme, con lo que llevaba muuuucho tiempo sin relajarme en aguas calientes (mejor dicho, humeantes... por malo que sea creo que yo nací para abrasarme cual marisquillo en cazuela).
Y buscando en mi bolsita de cositas para el baño encontré la bomba de baño Vainilla Fountain, de Lush. Tal y como dice la casa, si esta bomba de baño fuese un postre, tendríamos que poner en él una advertencia, ya que es realmente tentadora y deliciosa. Su olor a crema catalana es simplemente irresistible y hace que se te haga la boca agua... pena que aguante poco tiempo "puesto". Tiene una forma curiosa, entre pera y pesa de las de las balanzas de toda la vida... con un rabillo que no es más que vainilla en rama... una monería perfecta para las que os gusten los olores dulzones. Contiene aceite de sándalo y concentrados de vainilla, tonca, jazmín y gardenia. La única pega es que, desde mi punto de vista, se queda en vicio y no entra en el cuidado personal.... ¿pero no era vicio lo que estaba buscando?. Una maravilla, os la recomiendo para vuestra próxima compra en Lush.
Y durante el baño, por aquello de aprovechar el poder de los vapores, me apliqué en el cabello la mascarilla Agua de Lluvia, de Secretos del Agua, una marca de las que os hablé en uno de mis primeros post, y de las que entran en lo 100% natural. Esta mascarilla repara el cabello dañado y deshidratado, aportando el agua y los nutrientes necesarios, brillo y flexibilidad. Perfecto para todo tipo de cabellos, cuando buscas más hidratación y brillo, sin engrasar ni apelmazar. Por cierto, como truco, la mascarilla de pelo penetra mucho mejor si te envuelves la cabeza con un film transparente de cocina... aunque pierdas cierto grado de sofisticación y te parezcas más a un trozo de mortadela.
Y así acabó mi tarde y empezó mi noche, que fue muy divertida....
Ahora contadme vosotras... ¿cuando fue la última vez que tuvisteis "una tarde"? ¿cuá es vuestro ritual?
Ahora contadme vosotras... ¿cuando fue la última vez que tuvisteis "una tarde"? ¿cuá es vuestro ritual?
Gracias por seguir ahí, y por vuestra paciencia esta semana.
Pobrecica!!! X lo menos te pudiste tomar una tarde para ti ;)
ResponderEliminarGuapi, pasate x el blog k estoy de sorteo =))
Bsitos!!!
Mmmm me ha encantado tu tarde!! Yo no las tengo muy a menudo, ya lo sabes!! Eso sí, cuando me pongo, a tope, como tú! un besazo, cielo!
ResponderEliminarMi tarde de ayer fue más o menos... y es que sienta genial dedicarse una entera a una misma. Un besito y ójala y puedas disfrutar de estas tardes más a menudo
ResponderEliminarQue buena tarde, eso está bien tomarse tiempo para una que sino te estresas demasiado. Besitooosss
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